Hablar de resiliencia es hablar de la capacidad que tenemos de enfrentarnos a los problemas y superarlos de manera que salgamos fortalecidos de ellos. Es una actitud positiva ante la vida que nos protege y ayuda ante los vaivenes que experimentamos. ¡Qué maravilla! ¿verdad? La pregunta es ¿podemos ayudar a nuestros hijos a desarrollarla? La respuesta es ¡¡sí!! Desde una educación en positivo, acompañando desde la inteligencia emocional en la gestión de sus emociones, pensamientos y conductas, tanto desde la familia como desde el colegio.
Como indica el acrónimo de uno de nuestros programas principales CACEI (Colegio Alarcón Centro Emocionalmente Inteligente), creemos en la importancia del desarrollo de las habilidades socioemocionales, componente fundamental de la resiliencia. Por eso, a través de nuestro CACEI y de la forma de gestionar las conductas, pensamientos y emociones del día a día basada en la disciplina positiva, fomentamos desde pequeños, competencias como la empatía, la asertividad, la autoestima, la solidaridad, la responsabilidad, la escucha activa, o las relaciones en positivo … todo ello, características de las personas resilientes.
Estas habilidades para una vida resiliente podemos potenciarlas desde la familia a través de diferentes acciones:
- Favorecer las relaciones sociales: con ellas los niños desarrollan e incrementan la empatía y la asertividad, entre otras habilidades, y generan un sentimiento de pertenencia al grupo que hará que compartan sus inquietudes y problemas con los demás.
- Incentivar la ayuda a los demás: así se sienten valorados y capaces de hacer cosas por sí mismos, mejorando su autoestima y desarrollando valores como la solidaridad y el compromiso.
- Establecer una rutina diaria: de esta forma los niños perciben que controlan la situación y les ayuda a reducir la ansiedad y la incertidumbre.
- Animar a fijarse metas alcanzables: con lo que los niños aprenderán el valor de logro y a enfrentarse a los desafíos y a la frustración.
- Fomentar el optimismo y el sentido del humor: ayudándoles a entender que el cambio es parte de la vida y a establecer nuevas metas. Siempre, después de la tormenta sale el sol.
- Promover la autonomía y la independencia: su sentimiento de autoeficacia y autoconcepto se verán reforzados, desarrollando y aumentando sus fortalezas.
- Enseñar a tomar decisiones y afrontar los problemas: ayudándoles a analizar las situaciones que suponen un reto o una exigencia, considerando los aspectos positivos y negativos y eligiendo la opción que más beneficios personales tiene sin dañar a otros. Asumiendo las consecuencias de ello, aprenderán a generar estrategias de afrontamiento, fortaleza y responsabilidad.
Hay que tener presente que los adultos somos el principal modelo de los niños. Por eso es importante el cómo nosotros afrontemos los problemas y cómo exteriorizamos esa gestión. La empatía, la capacidad de escucha y una actitud cálida serán su mejor apoyo para generar confianza y seguridad en sí mismos y llegar a desarrollar la resiliencia.
Estamos en un tiempo para las habilidades resilientes, tanto para desarrollarlas, madurarlas y ejercitarlas, como para protegernos y ayudarnos a resistir a la incertidumbre actual. Como dice este dicho de Albert Einstein:
En medio de la dificultad reside la oportunidad
Para más información podéis consultar estos enlaces:
www.healthychildren.org
www.apa.org
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