Ya llevamos unos días de desescalada y de incorporación cuidadosa a la vida social y aunque muchas personas, niños y mayores, han acogido la medida con entusiasmo y alivio, todavía podemos encontrarnos a algunas personas que por miedo al contagio del coronavirus sienten temor a volver a salir a la calle.
Existen razones para este temor a volver a salir a la calle. Los más de 3 meses de obligado confinamiento con una importante reducción de la normalidad: cierre del colegio y reducción o cambios en los trabajos, dejar de ver a familiares, amigos y compañeros, no poder jugar en la calle, ni realizar vida social libremente, obligaron a todos a una adaptación forzosa.
En algunos casos, esta experiencia inesperada ha producido nuevas oportunidades de vernos y experimentarnos en familia. Sin embargo, todo ello nos ha proporcionado además de aprendizajes nuevas dificultades.
Todos, incluidos los niños y adolescentes, hemos pasado muchos días oyendo preocupaciones e incertidumbres respecto a lo que estaba aconteciendo con respecto a la pandemia y sus consecuencias: conversaciones entre adultos por teléfono, mensajes en grupos de WhatsApp, noticias en los medios de comunicación… todo ello escasamente adaptado a nuestras necesidades y, mucho menos, al entendimiento de nuestros hijos. Esto ha generado, en algunos casos, una serie de miedos, ansiedades y preocupaciones que se pueden manifestar en forma de temor por salir a la calle.
Proponemos aquí unos cuantos consejos para ayudar a los niños (y no tan niños) a sobreponerse a esta situación:
- Empatizar y respetar las emociones de temor que expresa el niño. Hablar sobre cómo se siente ante las salidas a la calle de nuevo y permitirle expresar miedo, nervios, preocupaciones, o entusiasmo. Acompañarle en esas emociones desde la calma y la seguridad. Utilizar la paráfrasis para mostrar que estamos entendiendo lo que siente.
- Presentar las salidas como una forma de reconocimiento a su esfuerzo… al esfuerzo de toda la familia. Salir a la calle es un merecido premio por el esfuerzo que ha hecho durante el confinamiento. De esta manera se enfoca la salida como algo positivo y bueno.
- Proporcionar información adaptada a la edad y entendimiento del niño. Informa a tus hijos sobre en qué consisten las salidas, qué podemos hacer y qué no es posible de momento. Todo ello en un lenguaje adecuado a la edad, fundamentalmente expresado de forma breve y clara, sin exceso de información, ni peroratas. Muy importante no transmitir miedo, ni inseguridad con nuestras palabras y gestos.
- Anticipar lo que va a ocurrir. Eso proporciona a los niños seguridad y confianza. Lleva muchas semanas con rutinas dentro de casa. Los cambios de rutina es conveniente preverlas, hablando de ellas y resolviendo dudas.
- Ensayar en casa los nuevos comportamientos ayuda mucho a controlar las emociones de miedo e inseguridad. Por ejemplo, ponerse y quitarse de forma correcta la mascarilla, el lavado de manos o desinfección con hidroalcohol cuando se llega a un sitio, usar guantes para no tocar directamente los productos de las tiendas, formas distintas de saludar que no impliquen besar, etc.
- Dar ejemplo con nuestros actos y cuidar nuestras palabras. A veces nos empeñamos en informar a los niños de manera detallada sobre todo lo que no deben hacer y cuando salimos a la calle las primeras imprudencias llegan por nuestra parte, o de algún adulto cercano a los niños. Estas incoherencias son captadas por los niños con gran agilidad e invalidan cualquier mensaje verbal que hayamos dado previamente.
Hagamos de las salidas a la calle un momento agradable para disfrutar juntos, sin gritos, amenazas, ni estrés. Nuestra postura y lenguaje son fundamentales para que el niño perciba ese momento como algo agradable y que merece la pena repetir. Este es el camino adecuado para superar resistencias iniciales.
Los adolescentes también pueden presentar miedos y rechazos a incorporarse a la vida social. Las medidas de acompañamiento son similares a las mencionadas más arriba, pero teniendo en cuenta que los adolescentes pueden recibir explicaciones más complejas y también que por su mentalidad pueden mostrarse impenetrables porque “lo saben todo”. Esto es normal, tan sólo se requiere paciencia, repetir cual «disco rayado» sin acritud y blindarse a la frustración. Además, conviene:
- Ser didácticos sobre las medidas y pautas, reexplicando con paciencia las veces que sea necesario la importancia de las conductas de prevención y las consecuencias de no hacerlo.
- Evitar regañarle por cometer errores, indicándole la actuación incorrecta y la acción correcta. El o ella no es incorrecto, es el comportamiento lo que se tiene que cambiar.
En cualquier caso, si se observan dificultades en los niños o adolescentes como conductas extrañas, manías, miedos insalvables, apatía, o que evitan situaciones o actividades que antes realizaban con normalidad, y no se modifican aplicando estos consejos con comprensión y acompañamiento progresivo, sería recomendable contactar con un profesional que oriente sobre la mejor manera de reconducir la situación para que no se cronifique.
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