La mayoría de los padres deseamos que nuestros hijos sean personas correctas y educadas. Durante la adolescencia se hace más evidente esta necesidad ya que el riesgo de problemas de comportamiento en esta etapa y la dificultad de manejarlos es mayor y más compleja que durante la infancia. La buena noticia es que la disciplina positiva nos puede ayudar en este cometido. convirtiéndonos en moduladores y entrenadores para los comportamientos y nuevas situaciones que surgen durante la etapa adolescente.
La clave es mantener la calma y utilizar estrategias que generan habilidades, no acciones que produzcan miedo, revancha, enfado, ira o alejamiento emocional. Todo eso nos separa de nuestros hijos en una etapa que, aunque no lo parezca, necesitan más que nunca nuestra guía.
Para utilizar la disciplina positiva con tus adolescentes, lo primero que tienes que tener claro es cuál es tu rol en la relación con tus hijos, que no es precisamente ser su amigo. En la adolescencia es natural querer dejar de lado a los padres. Es un proceso evolutivo normal para ir construyendo y ensayando su independencia. Y los padres deben respetar esta necesidad de independencia y no intentar cambiarla tratando de convertirse en amigos de sus hijos.
La comunicación con los hijos es principal: saber escuchar y lograr que los hijos se sientan escuchados es determinante. El objetivo aquí es que los hijos sientan que no son juzgados cuando hablan con sus padres de sus inquietudes y opiniones, y también que sus padres son las mejores personas con las que compartir sus asuntos personales.
Además de tener una comunicación efectiva es necesario pasar tiempo juntos para proporcionar escenarios donde esta comunicación fluya de forma natural y calmada. Lo que hay que hacer en ese ambiente no es controlar a los hijos, sino guiarlos y orientarlos, con escucha y empatía. Esto hará que se sientan cómodos y abiertos a seguir compartiendo con sus padres sus inquietudes y se consigue con ellos conectar emocionalmente con los hijos adolescentes.
La importancia de la comunicación en la disciplina positiva
Las estrategias de comunicación idóneas en este punto son: empatía, asertividad y respeto. Esto es totalmente opuesto a la educación mediante gritos y castigos, que tiende a hacer que los hijos rompan las reglas, digan mentiras o escondan sus verdaderas intenciones y necesidades a sus padres para evitar castigos y métodos que les hacen sentir culpables y malas personas.
Utilizar los recursos de la disciplina positiva no quiere decir que no se deban imponer límites y normas a los hijos. El punto crucial aquí es que éstos deben estar justificados en valores que puedan ser comprendidos por los hijos y hablados con anterioridad. Por ejemplo, si se estable un horario de llegada a casa es necesario explicar las razones para ello y no presentarlo como un capricho o arbitrariedad paterna.
Por lo tanto, una combinación adecuada de firmeza y amabilidad (más información sobre la autoridad positiva) garantiza la integridad y el respeto hacia la persona. Amabilidad en el sentido de tener en cuenta las necesidades del adolescente y firmeza que requiere abordar el comportamiento teniendo en cuenta siempre el respeto. A los hijos, sobre todo a los adolescentes, hay que darles amor, abrazos, respeto y valorarlos. Debemos establecer límites y reglas claras, debemos dedicarles tiempo y, sobre todo, debemos tener mucha paciencia.
Me gusta la descripción: Disciplina positiva. Marcar unas reglas en casa no tiene por qué ser visto por los hijos como una atadura antidemocrática o un atentado a sus libertades. Es marcar fronteras dentro de la libertad de cada uno para que puedan respetar la libertad de los demás. Buen artículo.