¡Volvemos al exterior! ¡Qué gran noticia! ¿O no? Durante la desescalada por el estado de alarma del coronavirus cada persona va a experimentar una emoción y la expresará de diferente manera. En lo que se refiere a niños y adolescentes puede que éstos no quieran salir de casa por diferentes motivos. Lo que se suele llamar, síndrome de la cabaña. A continuación, presentamos algunos de los motivos más relevantes y pautas para acompañarlos en su propia gestión del desconfinamiento.
En primer lugar, para ayudarles a gestionar estas emociones es importante que les demos una información clara, veraz, a la vez que tranquilizadora y ajustada a la edad y al nivel de comprensión del niño o adolescente. Responder a sus preguntas con un lenguaje sencillo y mostrando calma, les dará seguridad. Si no tenemos respuesta a lo que nos preguntan, comentar tranquilamente que no lo sabemos, pero que podemos buscar la información juntos.
Los más pequeños, puede que tengan “miedo al virus” y a “ponerse malitos por el coronavirus”. Podemos sentarnos con él o ella en un lugar tranquilo y contarles que ese “monstruo” se está yendo porque hay mucha gente que está luchando contra él. Que para ayudar a que desaparezca, cuando salgamos a la calle no podemos ir al parque, ni abrazar a un amigo si le vemos, y que hay protegerse con una mascarilla. Podemos hacer un dibujo o poner una pegatina encima de la mascarilla para romper la posible asociación con la enfermedad o que es algo malo. Además, es bueno que lleven algún muñeco o prenda que le haga sentirse seguro.
Los niños de 8-12 años, pueden sentir inseguridad ya que reciben más información del coronavirus y sus consecuencias. Además, es la etapa en la que aparecen los miedos evolutivos de la muerte y las catástrofes. Explicarles con claridad la situación (“La situación por el coronavirus ha mejorado y, para que siga así, tenemos que cumplir unas medidas de seguridad”) e informar a medida que dispongamos de los datos, de los pasos de la desescalada. Saber qué se puede hacer y qué no se debe hacer todavía, les ayudará a gestionar sus inquietudes.
La adolescencia es una etapa donde la figura de los amigos toma mayor relevancia que la de los padres, quieren más independencia y vivir más experiencias y, eso, ha desaparecido en los días de confinamiento. De ahí que su respuesta pueda ser más de rabia o desafío. Recomendamos hablar con ellos acerca de la responsabilidad individual y acompañarlos en su frustración con estrategias de escucha activa y empatía. Puede que prefieran quedarse en casa, en su nueva zona de confort. En ese caso, animarles sin obligar a dar una vuelta solos o acompañados con alguien de casa, incluso poniéndoles pequeños retos o tareas de 5 minutos al día para hacer fuera, en las horas permitidas. Esto les ayudará a cambiar sus rutinas e ir gestionando las emociones negativas asociadas a la nueva situación.
En definitiva, estar atentos a sus emociones y preocupaciones, y ayudarles a hacer frente a esta situación en familia, con estrategias de inteligencia emocional: escuchando y acompañando desde la empatía, con sensibilidad y paciencia: ingredientes para una educación en positivo desde la familia.
“El valor no es la ausencia del miedo, es la conquista de éste”
Anónimo
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