Desde hace algunas semanas el Coronavirus ha impregnado nuestra vida de una forma importante y llamativa. Los niños y jóvenes están expuestos, como los adultos, a una cantidad abrumadora de información a través de los medios de comunicación y en las relaciones personales, que requiere de una importante dosis de discernimiento y equilibrio personal para distinguir lo que es realmente útil.
Como padres y educadores debemos guiar a nuestros hijos y ocuparnos de tres aspectos fundamentales a la hora de hablar del coronavirus: la protección de sus emociones, la protección de su salud y la prevención del rechazo a otras personas.
Respecto a proteger las emociones de los niños se aconseja a las familias:
– Evitar exponer a los niños a noticias y reportajes sean éstos con enfoque informativo o con enfoque sensacionalista. En los adolescentes, supervisar a qué noticias acceden y ayudarles a discriminar.
– No incluirlos en las conversaciones de los adultos sobre el tema, especialmente si son acaloradas, ni hacerles partícipes de bromas sobre el tema. Puede dar pie a interpretaciones confusas o a producir nerviosismo.
– Responder a todas sus preguntas y sus inquietudes de forma adaptada a su capacidad de comprensión y nunca de forma engañosa.
Para proteger la salud la competencia que tenemos que estimular es la auto-protección. Las actuaciones necesarias en este ámbito son:
– Enseñarle el lavado eficaz de manos, según se está informando en estos días de forma exhaustiva.
– Ayudarle a identificar las circunstancias del día a día en que estamos en contacto con la suciedad, por ejemplo: tocar tierra, animales domésticos, o basura.
– Mostrarle y animarle a realizar comportamientos de higiene que protegen a los demás: usar pañuelos, no compartir cubiertos, vasos, etc.
– Animarle a contribuir a la higiene doméstica: tirar desechos a la basura, valorar la importancia de que la ropa y la vajilla esté limpia, etc.
Por último, la prevención de la violencia hace referencia a detectar que los niños y adolescentes, a partir de informaciones erróneas, es contextualizadas o malintencionadas, hablen de forma despectiva o tengan actitudes de rechazo a ciertas personas, por ejemplo «mi vecino chino es un coronavirus» «si tu abuela tose se va a morir». Aunque es comprensible que los niños sean más susceptibles de desenfocar la información que escuchan o les llega, los adultos de su entorno debemos reconducir las percepciones erróneas que detectemos, hablando con ellos, proporcionándoles informaciones basadas en hechos y animándoles a ser considerados con todas las personas, ya que cualquiera podemos vernos afectados por el COVID-19.
Y un apunte final. Nuestras palabras para ayudar a nuestros hijos a entender sus dudas, preguntas y actitudes sobre el COVID-19 deben ir siempre acompañadas de nuestro ejemplo. No tiene ningún efecto positivo si les decimos que hay que estar tranquilos y nos notan nerviosos en ese momento u otro cercano, o si nos oyen contar chistes que no saben interpretar, o no nos lavamos las manos a menudo, por mencionar algunas situaciones.
Podéis ampliar información en estos enlaces y si tenéis alguna duda podéis contactar con nosotros:
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