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“¡Lo hago yo solo!”, creciendo a través de la autonomía.

Publicado en    Psicología |

“Mamá, ¡yo solo!” “Papá, ¡mira que mayor soy!” Cuando hablamos de autonomía, hablamos de independencia, de autoestima y de confianza en uno mismo; hablamos de crecer. Cuando un niño es capaz de hacer las cosas propias de su edad por sí solo, su autoconcepto mejora, se siente válido y valorado y aprende a ser autosuficiente. Además, aprender a vestirse, comer solo, asearse, realizar tareas de la casa, planificar las actividades del colegio, ir a hacer la compra, organizar su agenda, relacionarse con los demás,… supone un alivio para nosotros y para el ritmo del día a día.

Pero, ¿cómo podemos fomentar el desarrollo de la autonomía? Lo primero hay que tener en cuenta el ritmo madurativo del niño; acelerar el proceso puede ser contraproducente ya que puede sentirse no válido y generar un sentimiento de “inutilidad”. Pero también hay que evitar el lado opuesto: la sobreprotección. Respetar la necesidad de independencia del niño evita los errores y perjudica el aprendizaje por lo que se generará un sentimiento de inseguridad.

 

Apoyando su proceso de autonomía

La motivación y la confianza son las bases del aprendizaje. Si el adulto le apoya en lo que hace, reconoce sus logros y valora su esfuerzo, a pesar de los fracasos, su autoconfianza y su tolerancia a la frustración se verán reforzados y, como consecuencia, su autoestima.

Para ello es necesaria una comunicación basada en el respeto y la empatía que les proporcionará una vía para manifestar sus preocupaciones, sus opiniones y sus deseos. Además, es importante guiarles en el inicio de las nuevas habilidades:

  1. Establecer límites claros y lógicos con los que conviva el niño; así se le dará la seguridad necesaria para actuar con claridad.
  2. Crear hábitos o rutinas donde poder automatizar las diferentes habilidades que van aprendiendo y que ellos puedan ir introduciendo en su día a día.
  3. Ser el modelo a seguir y apoyarles hasta que adquieran la habilidad necesaria para hacerlo por sí solos. Si le decimos al niño que se haga la cama antes de irse al colegio pero nosotros no hacemos la nuestra, eso genera disonancia.
  4. Enseñar la forma de hacer las tareas y poco a poco retirar esta ayuda. Siempre apoyarles y supervisar, ayudándole cuando sea necesario pero sin imponer nuestra forma de hacer. Por ejemplo, si al poner la mesa dobla las servilletas en pico y nosotros lo hacemos en vertical, no pasa nada, las servilletas están puestas que es lo que importa.
  5. Ser coherentes, si el fin de semana se viste solo, entre semana que lo hagan también.

Permitir que lo intenten, que fallen, que aprendan, sin forzar, sin obligar…es permitirles crecer.

Ya lo dijo María Montessori “Ayúdame a hacerlo por mí mismo”

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